Hoy amanecí pensando en hielo.
Ayer, luego del respectivo súper early en Puntas Roquitas, di dos clases en Barranquito, y luego una más en Redondo por la tarde.
Entonces, se comprende que hoy mi cuerpo haya amanecido súper cansado, con esa típica pereza corporal, necesitado de un break de varias horas para que los músculos se relajen, y así regresen a su estado natural.
“Uy, sería todo tener una piscina de inmersión en hielo ahora mismo”, pensé apenas abrí los ojos, luego de sentir mi cuerpo “sin gasolina”.
También pensé que no tendría que descansar todo un día para que mi cuerpo se rehabilite y recobre sus energías, que con unos buenos 5 minutos inmerso en una piscina de hielo volvería a quedar listo para acción.
Y es que el sábado 17 de enero, el día de las Finales del Billabong Señoritas Open Pro, donde varios peruanos resultaron vencedores, hicimos una activación con aquellas famosas piscinas de inmersión, cortesía de Bodhi, en nuestro stand de Surf Place.
*
*
Fueron muchas las personas, hombres y mujeres de todas las edades, que apuntaron sus nombres en las pizarras en espera de su turno para sumergirse en esta experiencia tan saludable para el cuerpo y la mente.
La coach Lorene Chauvel fue la anfitriona y consejera de todos aquellos que se animaban a sumergirse por primera vez -entre ellos, este redactor de surf.
Sin duda, fue una experiencia singular, y el agua estuvo mucho más gélida de lo que había alucinado. Durante un buen rato, solo estuve observando a las personas entrar, tratando de resistir esos tres minutos de rigor entre los cubos de hielo, para luego salir alegres y renovadas.
Cuando llegó mi turno, esos tres minutos se me hicieron eternos debido al frío, y hasta se me pasó por la cabeza que la coach me estaba mitiendo con el tiempo, pero al final del viaje me mostró su cronómetro: tres minutos exactos que parecieron diez.
Por un momento pensé que no lo conseguiría, pero solo tienes que relajarte. Inhalar y exhalar tranquilo, que todo está en la mente. Los primero 30 segundos dentro de la piscina son los más difíciles ya que es una experiencia nueva para el cuerpo que recién comienza a adapartarse -a no ser que te hayas metido un chapuzón en el mar Báltico en pleno invierno.
En aquel mar Europeo la más eleveda temperatura del agua es de 5° centígrados, que es el estado ideal del agua en una piscina de inmersión Bodhi.
Sin embaro, a pesar de la tembladera de tres minutos, valió totalmente la pena, y la sabiduría del cuerpo lo agradece.
Porque fue como una resurreción del mismo, o como inyectarse un “shot de energía” como diría Lorene, que puedes aplicarte de forma interdiaria, o dependiendo de las actividades o tratamientos que tu cuerpo y mente necesiten.
Sin duda, una experiencia de lujo que puedes tener en la comodiad de tu hogar.