Sugar: la primera perrita surfista en ganar su lugar en el Salón de la Fama

Sugar ha ganado múltiples veces campeonatos de surfing canino, pero su logro más impresionante fue salvar la vida de su dueño

Sugar ha ganado múltiples veces campeonatos de surfing canino, pero su logro más impresionante fue salvar la vida de su dueño | Fotos: Los Angeles Times

Jamie O’Brien, Jeff Deffenbaugh and Ilima Kalama fueron los surfistas inducidos este 2024 al prestigioso Salón de la Fama de los Surfistas.

Sin embargo, un nuevo nombre se acaba de ser recientemente añadido a la lista. El día de ayer en Huntington Beach llegó un amigo canino, o mejor dicho “amiga”, porque es un ella, para hacer historia entre los de su especie: Sugar the Surfing Dog.

“Nunca me hubiera imaginado ni en mis sueños más locos que Sugar sería exactamente la razón por la que cambiaría mi vida, justo aquí”, dijo su dueño, Ryan Rustan, un surfista renegado de California, quien tuvo problemas de salud mental y consumo de drogas desde muy joven.

Hasta que un buen día… apareció Sugar en su vida.

Sugar es una perrita surfista de 14 años, y fue rescatada de las calles de Oakland cuando tenía apenas siete meses. Sugar no solo encontró un hogar con su dueño Ryan Rustan, sino que también descubrió un talento único: surfear olas.

A lo largo de su carrera, Sugar ha acumulado 19 títulos en competiciones de surf canino como el Campeonato Mundial de Surf Canino, el Surf City Surf Dog y el Purina Pro Plan Incredible Dog Challenge. Sin embargo, su impacto va más allá de los premios. Ha trabajado como “terapeuta” en el agua, llevando alegría a niños pequeños y atletas discapacitados, una faceta de su vida que Rustan considera tan importante como sus logros en el surf.

Según Rustan, Sugar inspiró la creación de una división de surfistas caninos, atrayendo perros de todo el mundo para competir junto a ella. “Gracias a ella, creamos una división de surfistas. Gracias a ella, vinieron a surfear perros de todo el mundo. Todos querían surfear contra Sugar y Ryan”.

Aunque ya no compite como antes, Rustan planea cumplir un sueño: llevar a Sugar a surfear en las legendarias olas de Waikiki. Este reconocimiento marca un hito no solo para el surf canino, sino también para la conexión única que puede existir entre un surfista y su fiel compañera.

Sugar ahora es inmortal.

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